miércoles, noviembre 29, 2006

Réquiem por Britten a los 30 años de su muerte


War Réquiem



Hoy, 4 de Diciembre de 2.006, se cumplen 30 años del fallecimiento del compositor británico.
Así que aprovecho la ocasión para rendirle mi modesto homenaje, al que espero que contribuyan todos ustedes, comentando una de sus indiscutibles obras maestras.

El War Réquiem de Britten es una obra fascinante, intensa, compleja, tan incómoda como bella; es una obra enorme, tremenda, abrumadora.

Cuando en 1.961 le encargaron una Misa de difuntos para conmemorar la reconsagración de la Catedral de Coventry que se produciría en 1.962 –y que fuera destruida en los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial-, Britten resolvió crear una obra monumental, ambiciosa; una obra que supusiera una profunda reflexión sobre el presente, el pasado y el futuro del tormentoso siglo XX.

Para ello no le bastó el texto litúrgico de la Misa de difuntos –que mantuvo, con alguna ligera modificación, y decidió intercalar en el mismo poemas de Wilfred Owen, poeta y soldado británico muerto en combate durante la Primera Guerra Mundial a los veinticinco años, apenas una semana antes de que el armisticio fuese firmado.


Los textos de Owen, escritos en el frente, le permitieron a Britten dotar a su Réquiem de un horizonte preciso, y verbalizar su firme espíritu antibelicista.

Los textos se intercalan en la obra de la siguiente manera:

-Requiem Aeternam: Anthem for the Doomed Youth (Himno para la juventud
Condenada) Tenor

-Dies Irae: Bugles sang (Los clarines cantan) Barítono
The next war (La próxima guerra) Barítono y tenor
On seeing a Piece of our Artillery Brought into Action
(Avistando una pieza de nuestra artillería ponerse en
acción) Barítono
Futility (Futilidad) Tenor

-Offertorium: The parable of the old man and the young (Parábola del
viejo y el joven) Barítono y tenor

-Sanctus: The end (El Fin) Barítono

-Agnus Dei: At a Calvary near the Ancre (En un calvario cerca de
Ancre) Tenor

-Libera Me: Strange Meeting (Encuentro extraño) Tenor y Barítono


El carácter ecléctico del texto de este Requiem tiene su correspondencia en el material sonoro que requiere la obra.


Britten propone para su Requiem la intervención de tres solistas –soprano, tenor y barítono-, coro mixto, coro de niños, orquesta de cámara, orquesta sinfónica y órgano.

Y organiza estos efectivos creando tres estratos o niveles:

-Coro de niños y órgano.
-Soprano, coro mixto y Orquesta completa.
-Tenor, barítono y orquesta de cámara.

Estos tres estratos permanecen aislados, prácticamente sin fundirse, durante toda la obra.

Soprano, coro y orquesta sostienen el texto litúrgico, y representan el mundo; el miedo, la culpa, la oración temerosa por las almas que despiden y por la suya propia. Es un canto lleno de temor y de terror, inquietante, en el que la fe es expresada con angustia y dolor.

El coro de niños con órgano se sitúa fuera del mundo, en un “más allá” desde el que emiten sus plegarias –cantan también el texto de la Misa- con sosiego y confianza. En el alma de los niños no existe contradicción, es simple y el canto transmite una fe pura y confiada.

Los solistas masculinos a los que acompaña la orquesta de cámara cantan los textos de Owen. Son los protagonistas de la guerra, los muertos en combate, los soldados que pudieron sentir el horror del enfrentamiento, que sufrieron con desconsuelo el desengaño que supone reconocer el sinsentido de aquello en lo que una vez creyeron, el testimonio de aquellos que murieron por algo que ellos mismos reconocieron como absurdo y ajeno.
Sus intervenciones son más íntimas, llenas de matices, son la expresión de la contradicción propia, de la lucha interna.

Se podría incluso hablar de una estratificación doble, la general de la que hablamos y la personal, en la que los distintos niveles harían referencia a la conciencia –la realidad, el drama-, la auto-conciencia –la contradicción interna, los fantasmas propios, y el inconsciente –la esperanza, la fe.


Britten aúna así, en una sola obra, sus tres grandes constantes compositivas, el ritual litúrgico de su obra sacra, el drama humano de sus óperas y la intimidad privada de sus canciones.

El maestro británico no fue nunca un vanguardista radical, pero su lenguaje musical no fue tampoco nunca acomodado ni interesado. Es un lenguaje tremendamente personal, tan moderno como envuelto por un ánimo arcaizante, que se muestra más severo en la parte litúrgica y más expresionista en la poética.



Comentaré brevemente las partes de este Réquiem:

Réquiem Aeternam
Los primeros acordes y el coro susurrante -tras el cual se escucha todavía lejano el repicar de las campanas- va creando un clima cada vez más inquietante, que se rompe cuando vuelve la calma que antecede a la entrada del coro de niños, con su plegaria serena, sin entusiasmo –tal como Britten pedía a los niños en el ensayo a la grabación de la obra para Decca.

El coro reaparece y unos acordes del harpa nos anuncian la entrada del tenor con el primero de los textos de Owen.
A través de la orquesta de cámara Britten dibuja una fina orquestación que va subrayando las frases de un poema desconsolado y angustiado que reflexiona sobre la triste muerte en combate, la soledad que rodea a aquel que muere en el yermo campo de batalla.
Finalmente reaparece el coro para finalizar el Kyrie.

Dies Irae
Es la parte más extensa de este Réquiem y una maravilla de principio a fin.
Las belicosas fanfarrias crean la atmósfera en la que el coro canta “staccato” el Dies Irae, primero las voces masculinas y luego las femeninas.
Es un episodio estremecedor, lleno de terror, dicho con “histeria”, que es como Britten explicaba que debía cantarse.
El sereno pasaje del barítono nos insiste sobre la muerte, en un número muy inspirado del Britten más íntimo y cálido.
La entrada de la soprano es en cambio violenta, casi amenazante; en actitud algo alucinada y febril anuncia el juicio sumario.
A ella se une el coro suplicante y, tras unos redobles de tambor, tenor y barítono cantan un nuevo poema de Owen.
Britten consigue aquí de forma magnífica traducir musicalmente el ánimo del texto, una macabra danza en la que los soldados desafían a la muerte.
Las voces femeninas entonan ahora un piadoso Recordare Jesús Pie, que altera su temple con la entrada de las voces masculinas en el Confutatis.
Tras el poema del barítono, dicho con rabia, el coro retoma con violencia el Dies Irae, y acto seguido la soprano comienza su Lacrimosa.
Esta página de la soprano es una de las más bellas de toda la obra, elengantísima, clara y cristalina, su intervención es sobrecogedora.
De aquí al final de esta parte, el texto del tenor, y la desesperanza que este muestra ante la contemplación de los cuerpos inertes, es alternado con la repetición del Lacrimosa por parte de la soprano y el coro.

Offertorium
El offertorium nos devuelve el ánimo confiado de los niños, pero pronto sobreviene el coro presentándonos a Abraham, protagonista del texto siguiente, que se reparten tenor y barítono.
Owen, en su interpretación de la famosa parábola, hace a Abraham asesino de su propio hijo, y amplia la parábola a toda Europa, en la que tantos Abrahanes estaban mandando a la muerte a sus hijos.
Al final vuelven los austeros niños y mientras el coro canta la última parte, tenor y barítono repiten las postreras palabras del poema.
Primera aproximación entre los mundos hasta ahora distantes.


Sanctus
La soprano inicia el Sanctus acompañada de la percusión, y tras ella aparece el coro en uno de los momentos más inspirados de la obra.
Sobre esta entrada Britten comentaba al coro en el ensayo:
“...si ustedes se encuentran cantando a la misma velocidad que su vecino están ustedes cantando mal”.
A esta desincronización vocal le sucede la aparición de las fanfarrias creando un pasaje logradísimo y tremendo.
Tras la aparición de soprano y coro una pausa antecede a un nuevo poema de Owen que protagoniza el barítono.

Es un texto desconsolador que se cuestiona la inmortalidad del alma, y se pregunta de qué manera ese alma podría renacer pura, qué clase de olvido podría borrar las secuelas del terror bélico.

Agnus Dei
En este breve número el tenor entona un nuevo texto de Owen. Britten ofrece un sencillo acompañamiento, mientras el oscuro texto parece hacer referencia a las mentiras de la propaganda usada para animar a los jóvenes a acudir al frente.
El número es importante, pues al tenor se le une el coro, detalle que hace que para muchos este sea el momento de la reconciliación en el Réquiem.
Britten añade al final del texto el “Dona nobis pacem” con que termina la parte.

Libera Me
El coro va poco a poco creciendo en intensidad hasta la entrada de la soprano. Vuelve el clima de terror, de angustia, que se hace más extremo en la reaparición del Dies Irae.
El último poema de Owen representa el encuentro de dos soldados enemigos tras la muerte, en el que uno de ellos reconoce a su verdugo, y en el que se presenta con crudeza la absurda crueldad del combate.


El tiempo parece detenerse, y el canto trascurre sobre un acompañamiento sutil, casi inexistente por momentos. Con las últimas palabras del texto –“durmamos juntos ahora”, el resto de efectivos se van uniendo poco a poco a tenor y barítono, mientras reaparece el repicar de las campanas.
Los tres estratos quedan así fundidos en el postrero entramado musical; con el último aliento sonoro llega el sueño, el descanso, la paz a esta obra sublime.

Aquí les dejo un enlace a la página que contiene la única traducción al castellano de este Requiem que conozco:
http://www.terra.es/personal/ealmagro/war/war.htm



La interpretación

Para reforzar el componente simbólico de su Réquiem, Britten escribió los papeles solistas para Peter Pears, Dietrich Fischer-Dieskau y Galina Vishnevskaya, tres intérpretes de tres nacionalidades distintas, cuyos países fueron protagonistas en las dos guerras mundiales, y cuyas posiciones en las mismas sintetizan lo que estas significaron.
Britten quiso así representar la universalidad del dolor que tras de sí deja la guerra y también la necesidad de dejar atrás el viejo enfrentamiento, la necesidad y la justicia de una reconciliación sin fisuras.

Lamentablemente la entonces Ministra de Cultura soviética no dejó a Galina acudir a la prémiere, y hubo que esperar a la grabación de Decca para escuchar la obra tal y como Britten la imaginara.

Esta histórica grabación para Decca es la que les dejo en el siguiente enlace:

http://www.megaupload.com/?d=BCE4484W




El productor de la grabación, John Culshaw, dejó además los micrófonos abiertos durante el ensayo, y de ahí proceden los extractos que conforman el siguiente enlace, y que seguro interesará a aquellos que dominen la lengua anglosajona:

http://www.megaupload.com/?d=FSHJI6RL


Espero que la disfruten.
Saludos